El pliegue tumbado ó sinclinal del Caurel es una estructura geológica de gran belleza que puede observarse desde la carretera que va hacia Quiroga, a la altura del pueblo de Campodola. Lo que puede verse es la parte más visible de una enorme estructura de más de cien kilómetros de largo que se extiende desde la sierra de O Courel hasta más al este del Alto del Morredero, en la provincia de León. Se trata de la llamada charnela, el punto donde se produce la curvatura del pliegue.

La erosión seccionó la montaña , dejando al descubierto la estructura interna del plegamiento como si se tratase de las capas de una tarta cortada por la mitad. El pliegue presenta unas condiciones excepcionales, tanto por su tamaño como por la nitidez con que se ve su estructura interna, que han permitido a los científicos observar la estructura con una precisión que muy raras veces puede conseguirse.

Está considerado un detalle geológico de primer orden, y cuenta con un mirador en la carretera para su observación. Las rocas que se pueden ver en este enclave de la Serra do Caurel ya existían en la época del supercontinente Pangea, cuando el territorio gallego de hoy estaba prácticamente pegado a América y África, cerca del Ecuador.

Lo especial de Campodola-Leixazós es que se puede observar a simple vista, al contrario que en la gran mayoría de los casos de este tipo de pliegues que están en el interior de la Tierra, ocultos a la vista. El pliegue es del tipo tumbado, en el que uno de los estratos se sitúa por encima del otro y el eje en el que se produce la ondulación acaba siendo casi horizontal. En este caso, la erosión ya ha desgastado la parte superior de la cresta, por lo que sólo quedan a la vista parte de los estratos. Aún así, su importancia sigue siendo enorme.

El río Ferreiriño, que fluye encajado entre estas montañas, es responsable, en gran medida, de que hoy podamos disfrutar de este paisaje. Durante miles de años, este curso fluvial ha cavado sin descanso la roca hasta conseguir un corte vertical en el monte y dejar a cielo abierto esta joya de la geología. Del mismo modo que la acción del agua, el viento y el hielo nos ha impedido la posibilidad de ver la parte superior de la cresta, la erosión también nos regala esta vista que, sin la fuerza del agua, seguiría oculta bajo la superficie. En esas paredes pueden distinguirse bandas rocosas de cuarcita, de color claro, y otras franjas más oscuras, cubiertas de vegetación, que son de pizarra.

Es, por tanto, un lugar “casi único” en Europa, sólo comparable con otros enclaves de los Pirineos y los Alpes. La zona protegida, también incluída dentro de la Zona Especial de Conservación de Ancares-O Courel, e incluida en la lista Global Geosites, abarca unas 90 hectáreas.

En ella están prohibidas, según el decreto que la regula, la construcción, los desmontes y terraplenes, las quemas o los aprovechamientos mineros. .