El homúnculo de Penfield

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando el dolor se instala

Ana Isabel Laguna

 

Lo normal es que si usted se golpea o sufre una herida, enseguida sienta dolor; pero si tiene esta sensación sin que haya un estímulo que lo genere, por ejemplo, que el mínimo roce de la sábana le molesta, o siente como que le corren "hormigas" por el cuerpo o "pinchazos" en las piernas sin que haya tenido ningún accidente, entonces si es anormal.

 

Estaríamos frente a la descripción frecuente que hace un paciente que tiene dolor neuropático, que aunque para los médicos no es común, es más frecuente de lo que se piensa y tampoco en nada tiene que ver con causas psicológicas, sino que más bien éstas son consecuencias, es decir, que quienes lo padecen sufren fuertes repercusiones psicoafectivas, según describe la reumatóloga Luisa Mariela Franco.

 

Sin embargo, es recurrente en personas diabéticas o que han sufrido de Herpes Zoster (culebrilla) -por lo general estos pacientes quedan con una sensación de ardor constante en la zona donde tuvieron el herpes-, igualmente en quienes le han amputado una pierna -lo que llaman "síndrome de miembro fantasma"- situación similar que tienden a experimentar algunas mujeres que le han quitado un seno, como puede ocurrir por intoxicaciones medicamentosas por plomo o metales pesados.

 

-Ocurre que una serie de padecimientos atacan la mielina (capa que recubre los nervios), lo que ocasiona una mala transmisión de los impulsos dolorosos al cerebro y por tanto se genera en la mayoría de los casos respuestas fisiológicas inadecuadas ante los estímulos. Es decir, sensaciones de dolor o incomodidad ante situaciones que no deben generarlo, y que puede persistir incluso después de que la causa que aparentemente lo produjo haya desaparecido (por ejemplo el dolor de una cicatriz después de una intervención sobre la mama, el pulmón o una hernia inguinal).

 

Un circuito transmisor

 

Explica la doctora Franco, que la conducción del dolor se traza a través de vías que son los nervios.

Los nervios de la periferia -los que vienen de los brazos, de las piernas, de un hombro, del cuello- tienen un ordenador central que es el cerebro. Esto va haciendo estaciones así como el teleférico donde va llegando la sensibilidad del dolor hasta que lo procesa el gran CPU -el cerebro- que emite una respuesta una vez que ha recibido esa señal dolorosa que nuevamente se transmite hacia la periferia.

"Es como si el circuito -la transmisión nerviosa- no se lleva de manera adecuada, sino que se interrumpe y se hace un círculo vicioso de entrada anormal a la vía de dolor y entonces empieza un dolor completamente diferente al dolor que conocemos clásicamente".

Pero resulta que cuando esta sensación irritante se torna crónica, deja de ser un síntoma para convertirse en una enfermedad, por lo cual no es de fácil diagnóstico para los médicos.

 

Asimismo, sus expresiones pueden ser muy variadas por la gran cantidad de funciones de los nervios, no suele responder a los tratamientos convencionales de analgésicos y antiinflamatorios. Quienes sufren de esta afección a menudo se sienten desesperanzados y muchos de ellos caen en la depresión.

Incluso, muchas veces sucede que la familia cae en el error en pensar que la persona está "exagerando" o "inventando", porque la descripción del dolor que hace el paciente es "extraña": "siento que cien hormigas me estuvieran caminando sobre la espalda", "siento que me están pinchando muchísimas veces" o "siento que tengo un asador en los pies". También recomienda la especialista que los médicos en general tienen que estar familiarizados con este tipo de lenguaje; "ésta ha sido una de las tareas de un grupo de especialistas que ha venido trabajando el dolor neuropático, que es enseñar a la comunidad médica en general a diagnosticar y tratar adecuadamente, pues está subdiagnosticada", agrega.

 

Por ello, la doctora Franco como conclusión expresa: “es importante que nosotros los médicos aprendamos a reconocer el dolor neuropático; aunque no existe un ´dolorímetro´ y como tampoco podemos estar en el cuerpo de otro para saber cuánto dolor tiene, existen preguntas claves y bien sencillas que nos permiten saber si el paciente tiene o no dolor neuropático, como si le arde, si hay sensación de hormigueo o si siente que le ‘pinchan”.

 

Así empieza...

 

Los primeros indicios de este síndrome son hormigueos constantes (parestesia) en las extremidades que gradualmente se intensifican hasta convertirse en severos ardores (causalgia) resistentes a los analgésicos tradicionales como la aspirina. Aunado a ello, existen otros síntomas como la hiperestesia, que es una respuesta exagerada al tacto; la hipergesia, caracterizada por un aumento en el estímulo doloroso; y la alodinia, que se refiere a un dolor insistente sin que el paciente hubiese experimentado un estímulo no doloroso previo.

 

Por otra parte, las áreas del cuerpo en las que más se presenta el dolor neuropático son la cadera, espalda y piernas, pero sin duda la cara manifiesta el más agudo, ya que en ella se encuentra el tronco nervioso más grueso del cráneo que, además de tener funciones sensitivas, posee también algunas motoras. Por lo que casi siempre ocurre después de una actividad facial (como masticar).

 

¿Se puede curar o es de por vida?

-El dolor neuropático es crónico, es decir que tendrá varios años de evolución y quizás pase por muchísimos médicos, porque lo más difícil es diagnosticarlo. Y si no hay un diagnóstico adecuado tampoco habrá un tratamiento adecuado. Se mejora pero no desaparece.

Lo importante es que el tratamiento sea temprano, no es lo mismo tratar un dolor neuropático que esté comenzando o en el caso del diabético que tiene esta complicación de años, detalla la reumatóloga Luisa Mariela Franco.

 

Entre los diversos tratamientos, se encuentran en la línea de los tradicionales, los productos que se usan para la epilepsia denominados "anticonvulsivantes"; al tiempo que recién entró al mercado venezolano un nuevo medicamento -a base de pregabalina del laboratorio Pfizer- con propiedades analgésicas locales como antiepilépticas, las cuales permiten controlar rápida y prolongadamente la sintomatología, y en definitiva redunda en una mejor calidad de vida. Sin embargo, esta enfermedad no se trata con un sólo medicamento sino con combinaciones de remedios dependiendo de la severidad del dolor.

 

Aún así, aclara la especialista, hasta el momento no existe ningún medicamento que pueda reparar los nervios dañados, pero se estudia la forma recombinada del factor de crecimiento de los nervios como un auxiliar en el tratamiento de las neuropatías.

 

- Se requiere un mayor número de investigaciones sobre el dolor neuropático para encontrar cuáles son los mecanismos fisiopatológicos de ese padecimiento para lograr interferirlos y bloquear así el dolor de una manera eficaz.

 

 

¿Cuál es el suyo?

 

Existe una división de tipos de dolor que pretende proporcionar una base general en los estudios epidemiológicos y científicos.

Estos son:

Dolor agudo: comienza habitualmente de forma repentina, inducido por un daño o enfermedad específica, por lo que provoca un signo violento de alarma. Aunque no suele durar más de lo que tarda la lesión en curarse, su intensidad puede ocasionar reacciones generalizadas en el cuerpo. Ejemplos típicos son el dolor menstrual, el de origen odontológico, una fractura de huesos, o la cefalea o jaqueca.

 

Dolor postoperatorio: es un tipo de dolor agudo que a diferencia de los otros puede predecirse y calcularse en cuanto a su intensidad de acuerdo con la gravedad y extensión de la cirugía. Suele ser intenso, invalidante y delimitado al órgano o zona intervenida.

 

Dolor oncológico o asociado al cáncer: la enfermedad cancerosa puede producir molestias de muchas formas debido al crecimiento local de un tumor que puede afectar diversas estructuras corporales como huesos, nervios o cualquier otro órgano interno.

Estas manifestaciones pueden alcanzar todos los grados de intensidad, desde una simple molestia, hasta dolores muy intensos, continuos o episódicos. Este tipo de dolor también es causado por tratamientos como cirugía, radioterapia o quimioterapia.

 

Dolor crónico no oncológico: se asocia a padecimientos que por definición tienen características crónicas como la artrosis, la artritis reumatoidea, las fibromialgias y los dolores crónicos de columna.

 

Dolor neuropático: se origina en algún punto de la vía nerviosa y se caracteriza por ser intenso, episódico, tipo ardor o quemazón, asociado muchas veces con alteraciones de la sensibilidad. Dolores neuropáticos típicos son la neuralgia del trigémino (tipo de jaqueca que afecta la cara), la neuralgia postherpética (persistencia del dolor luego de haber padecido Herpes Zoster o culebrilla) o el dolor neuropático posterior a una amputación.

 

Para este tipo de dolores, los opioides -como la morfina- no funcionan, ni tampoco los antiinflamatorios, como la aspirina.